Una gran cita de una peli no tan buena

"Toda historia tiene un final, pero en la vida, cada final es un nuevo comienzo"
Una gran cita de una peli no tan buena ;-P


Soy una chica sencilla, normal por fuera hasta que me desvisto. He sido sometida a tres operaciones a causa de que una reducción de pecho saliese mal. Me siento mutilada y furiosa. Y espero que este blog me ayude a pasar página.

Todo lo que la gente no cuenta tras una mala experiencia en el quirófano, y que sigue ahí, al descubierto.

sábado, 31 de agosto de 2013

¡El GRAN DESASTRE ya está aquí!

    Urgencias, ese lugar que las películas describen como caótico y siempre en movimiento, en realidad resulta ser desértico. Ves a muchos celadores, auxiliares, enfermeros/as y médicos paseándose de un lado a otro, hablando entre ellos del fin de semana, pero a pocos trabajando de verdad.

    Cuando llegué, tras dar mis datos y esperar a que me llamasen para ser atendida me dí cuenta de lo que os he contado. Ahora me imagino la escena y me río, pero fue la leche: yo medio ida de la fiebre, mi madre y mi padre, los dos preocupados, todos sentados en un banco de un pasillo muy concurrido, viendo el desfile de trabajadores ociosos mientras esperábamos a ser atendidos.

    No sé si fue esta vez o una anterior en la que una máquina de coser de 40 años de antiguedad se me precipitó al pié, me ocurrió algo curioso. Un enfermero me llamó y me llevó a una salita aparte para sacarme sangre, siempre es lo primero que te hacen, hasta ahí todo normal. Sí, ya lo recuerdo, fue esta vez cuando ocurrió, la de la operación. Lo raro fue entrar a la salita y ver cómo mientras él preparaba lo que necesitaba iban entrando varias enfermeras, creo que llegaron a estar 4 sentadas frente a mí y vacilando al pobre chaval:
                - "¿seguro que vas a dejar que él te saque sangre?"- me decían.
                - "¿te fias de él?"- y yo ya pensando... "¡idiota calláte, no ves que sí, déjame en paz y dejále hacer su trabajo!"
                - "¡jajajaj!"
                - "blablablablablablabla..."- que ganas de matar a alguien, p*** cotorras

    ¡Un cristo! El pobre hombre ya no sabía que hacer, eran unas marujas de p*** madre y no callaban, aunque la voz cantante la llevaba una rubia cuarentona. Pobre, se ve que era chico, jóven y seguramente nuevo.

    Una vez fuera del gallinero, me dejaron estar tumbada en la camilla de una pequeña sala, allí solo estábamos nosotros tres.

    Estuvimos esperando mucho tiempo ya que no debía de haber ningún cirujano plástico de guardia y les costó mucho encontrar (en urgencias, que conste) a alguien, y eso que no había casi gente. El caso es que tras esperar y esperar, apareció una chica muy maja, médico, sí, pero ¡¡TRAUMATÓLOGA!! ¡Era traumatóloga! ¡¿Es que no había ningún cirujano de guardia que trabajase con tejidos?! La mujer no tenía ni idea de si la herida tenía buena o mala pinta (con el tiempo he descubierto que los médicos no tienen ni p*** idea de heridas, sino que son los/as enfermeros/as los que saben del tema, los primeros te las hacen y luego NADA, no saben nada) así que decidió ingresarme para que a la mañana siguiente los cirujanos de plástica lo valorasen.

    Pasé a cortinas y pocas horas después a planta. No debía haber camas en la zona que me tocaba, por lo que me trasladaron al pabellón de ginecología, obstetricia, neonatología, otorrinolaringología, oftalmología... En cada planta había varias especialidades. Abajo estaban las amatxus (madres) con sus bebés, y arriba el resto, yo estuve junto con ese resto. Tuve suerte, me tocó en la cama junto a la ventana, con más luz y ventilación (eran dos camas por habitación).

    Me estuvieron visitando todos los médicos de la especialidad, cada día uno diferente, no sé cómo podían ver la evolución si no la seguían cada día, y ninguno se hacía cargo de mi caso. No era paciente de ninguno, y lo era de todos. Ahora lo pienso y puede que se estuviesen cubriendo las espaldas, no nos daban ningún tipo de información. Pasaban, miraban y decían: "Hay que esperar, hay que ver cómo evoluciona... Hay que esperar.". NO NOS DECÍAN NADA, solo nos hacían perder el tiempo en la ignorancia y pasarlo mal por la falta de información.

    El otro tipo, el primer CIRUJANO CABRÓN, no nos devolvía las llamadas, le llamába mi madre a la consulta dos o tres veces al día para hablar con él e informarle de lo que estaba ocurriendo y nunca estaba en la consulta, o no se podía poner. El caso es que hoy, 6 años después, aún espero su llamada. No estaría tan furiosa si el capullo hubiese respondido y se hubiese interesado por el estado en el que me encontraba ya que fue el resultado de un trabajo chapucero, pero claro, ello hubiese conllevado el hecho de admitir un error.

    Fue una semana horrible en la que no sabíamos qué estaba pasando ni cuanto tiempo duraría ese estado de incertidumbre. Puede que no nos dijesen nada, pero nosotros ya nos olíamos problemas, sabíamos que eso no era normal cuando al día siguiente de la operación te mandan a casa, se supone que yo no debería estar ingresada, se supone que me iba a ir recuperando, no empeorando... Se suponían tantas cosas...

    De las curas diarias se encargaba una enfermera de prácticas super maja, según ella mayor para estar de prácticas, pero había querido dar un giro a su vida y a sus taitantos años se había metido a estudiar de nuevo, pero esta vez, lo que quería. Un cielo de mujer. La dejé hacer todo lo que ella creía que tenía que hacer, estuvo atendiéndome las 3 SEMANAS que estuve INGRESADA. Se encargó de las curas, de quitarme las grapas, de alegrarme los días, de hablar conmigo... Supongo que yo le serví para estar a su aire, total, ya no podía estropear nada...

    Al cabo de una semana de ingreso, la única mujer del grupo de cirujanos se hizo cargo de mi caso, no se si por empatía, por ser el último mono o por qué: "Hay que operar y quitar la necrosis"
              
                  - "¡¡¿QUÉ NECROSIS?!!" 

    Nos pilló completamente desprevenidos, ya sabíamos que la cosa no iba bien, pero tampoco llegamos a pensar que se torcería tanto. ¿CÓMO OCURRIÓ? ¿POR QUÉ SE MURIÓ EL TEJIDO? Son preguntas que he hecho miles de veces y aún no han sido respondidas.

    Sé que fuí el 1% de las personas con mala suerte, pero me hubiese gustado ¡qué digo! ME GUSTARÍA SABER cómo ocurrió, por qué una parte de mí murió estando aún pegada a mi cuerpo.  

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